sábado, 30 de marzo de 2013

ENSAYO EVALUACIÓN 2 PARTE



La evaluación es uno de los componentes principales del proceso educativo, caracterizada, en el discurso teórico, como permanente, progresiva, práctica, crítica, flexible, global, participativa y cualitativa. Sin embargo, en la práctica pedagógica de los profesores de educación básica, sólo se ha entendido como obligación institucional, como control disciplinario y como asignación de calificaciones, menos como una práctica reflexiva del proceso educativo.
A la evaluación la han despojado de su carácter educativo, pues hoy en día sólo se utiliza para calificar y/o clasificar, no para problematizar el proceso formativo de los sujetos; es decir, ha perdido su sentido formativo y ha dejado de ser un proceso consciente.
La evaluación se realiza con sujetos y entre sujetos, es movimiento y cambio y representa la totalidad del proceso educativo; no es un proceso reducido exclusivamente al trabajo de los alumnos, al margen de totalidad del proceso educativo.
La evaluación de corte positivista, cuya racionalidad instrumental le exige la objetividad y la medición, la ha convertido en una práctica utilitaria y a la vez predominante del Sistema Educativo Mexicano. La evaluación es un proceso formativo no un sistema competitivo.
En este sentido el propósito de este trabajo no es una propuesta de evaluación, sino reflexione en torno a la evaluación del proceso educativo, con el objeto de mejorar el proceso evaluativo, sustentado teóricamente.
Antecedentes del acto evaluativo
La evaluación del proceso educativo ha tenido una serie de antecedentes, que si bien han evolucionado, sus formas originales siguen conservándose, aunque no con las mismas características, sí con las mismas técnicas Desde los siglos XVII y XVIII las formas de evaluación estaban orientadas a la disciplina de los sujetos, este mecanismo de contención servían para que tuviera efecto la enseñanza a través del aprendizaje. En esos siglos, las clases se impartían por medio de monitores, que permanecían de pie en un taburete para controlar a los alumnos, quienes se encontraban sentados en el centro del escenario para recibir las instrucciones. La rigurosa disciplina dependía de la visibilidad que le permitía el taburete al monitor. Estas escuelas conocidas con el nombre de enseñanza mutua, fueron ejemplos de una arquitectura diseñada como Foucault dice: "…para permitir un control interno, articulado y detallado, que hagan visibles, a quienes están dentro de ella; en términos más generales, una arquitectura que operaría para transformar a los individuos para actuar sobre ellos, para proporcionar influencia a su conducta, para cargar los efectos del poder sobre ellos, para que se les conozca." (LARROSA; 1999.


El profesor es quien decide cuáles son las formas de evaluación que utiliza, generalmente con un enfoque utilitarista, los exámenes escritos son un ejemplo de ellas.
Los profesores se olvidan que la evaluación es parte importante de su actividad cotidiana, porque permite orientar el proceso educativo; no obstante, su práctica está ligada a los referentes que de la evaluación tienen en su conciencia. Y en este caso, al no apoyarse en la teoría, su práctica es empírica.
En la evaluación es importante considerar el papel de la teoría para realizarla con rigor metodológico, para posibilitar de herramientas y comprender su realidad; ya que por lo general se entiende a la evaluación como un proceso de formulación de juicios que deben emitirse para que tenga lugar la educación, es decir, la emisión de juicios se torna como el fin último de la evaluación; cuando que el fin último es lainformación tanto cuantitativa como cualitativa, para mejorar el proceso educativo.
Tradicionalmente se entiende a la evaluación como una obligación institucional y no como una actividad formativa e integral de retroalimentación del proceso educativo. "La evaluación es un momento de detención en el proceso formativo, en virtud del cual el sujeto se distancia de su propia praxis y de sus objetivaciones con la intención de reflexionar sobre ellas, enjuiciarlas, elaborar la crítica correspondiente y convertir su proceso de objetivación en experiencia que le permita recuperarse como sujeto enriquecido." (YURÉN; 2000; 55).
Las evaluaciones están más orientadas a medir las competencias intelectuales de los sujetos, pero sobre todo de los aspectos memorísticos. No se le da la mínima importancia a la reflexión y a la crítica, se desconoce que la crítica, como señala Paulo Freire, es un imperativo ético de la más alta importancia en el proceso de aprendizaje. "Es preciso aceptar la crítica seria, fundada, que recibimos, por un lado, como esencial para el avance de la práctica y de la reflexión teórica, y por el otro para el crecimiento necesario del sujeto criticado."(FREIRE; 1996; 66).

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